Ramón Gabilondo, alma mater de la SER
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“Conozco a mucha gente a la que no conozco”
Es una cita utilizada por Iñaki Gabilondo, maestro de maestros, que atribuye al poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer, y que viene a incidir en que con frecuencia nos relacionamos, tanto a nivel profesional como personal, con compañeros, amigos, de los que creemos conocer su vida y milagros, cuando en realidad sólo conocemos su fachada externa, y no hemos profundizado –o no hemos tenido la oportunidad de hacerlo- en su verdadera personalidad.
Todos los Gabilondo están cortados con el mismo patrón de la honestidad (Foto Cadena SER) |
Esto ha sido lo que me ha ocurrido en parte con mi maestro Ramón Gabilondo, hermano de Iñaki y de Pedro, el tercer periodista de la familia, con la que comparto, además, origen geográfico (San Sebastián). Ramón fue quien me fichó en Radio San Sebastián y quien me invitó a venirme a Madrid, a proseguir y a enriquecer mi carrera, asumiendo que me perdía en su emisora. Ramón fue, luego, cuando se incorporó a Madrid como Director de Programas y Operaciones, quien me volvió a llamar para irme con él a poner en marcha un proyecto muy ambicioso, desde la modestia y la discreción, que hoy es la emisora más escuchada de España: Radio Madrid, en frecuencia modulada.
La entrevista que he tenido la oportunidad de ver, de disfrutar en ‘Periodista Digital’, y que recomendé en mi blog de inmediato, en cuanto tuve conocimiento de su existencia, me ha permitido conocerle mejor de lo que creía conocerle. No sabía, por ejemplo, que el nombre de ‘Coplas de mi SER’, el magnífico programa que hacía Carlos Herrera en las noches de la SER, fue idea de Ramón (de siempre le ha gustado inventarse títulos de programas como aquel mío “Madrid, todo lo cura” que –leído en antena- resultaba polisémico); o que él fue el principal promotor de la incorporación de Javier Sardá como conductor de las tardes de la SER, con aquella ‘Ventana’ que logró superar a Encarna Sánchez (Cope) y a Julia Otero (Onda Cero), su competencia directa.
(Foto Periodista Digital) |
Como he dicho al comienzo, Ramón Gabilondo es hermano de Iñaki. Sin duda en más de una ocasión he tenido que oír el comentario despectivo de que Iñaki le abrió las puertas de la SER a su hermano. Es posible, pero Ramón, con su trabajo, y conocimiento del medio, no sólo no las cerró, sino que fue abriendo otras, y otras, y otras... Ramón Gabilondo es, para mí, uno de los grandes profesionales de la radio española, que posee esa doble mirada de profesional de base y gestor, que es capaz de dirigir ‘Carrusel Deportivo’, como lo hizo después de José Joaquín Brotons, y antes montar la estructura de los servicios informativos en Valencia; o contar con innato gracejo el último gazapo de la antena, o un chiste, y manejar un presupuesto millonario desde la dirección de programas de la SER. Cuando llegó Daniel Gavela a la SER procedente de Prisa, no sabía nada de radio. Como le pasó antes a Augusto Delkáder. Saber de periodismo no era suficiente. Pero ahí estaba Ramón, profundo conocedor del oficio.
El despacho de Ramón siempre estaba abierto, de par en par. Y nunca tuve problemas, en los más de veinte años que compartí con él en la SER. Él me apadrinó, y eso es algo que nadie puede olvidar nunca. Al contrario, hay que agradecerlo siempre. Como yo, a mi nivel, y discúlpeseme la vanidad, agradezco sinceramente los elogios que me dedican quienes empezaron conmigo, bajo mi manto, al tiempo que me enorgullezco de sus éxitos, personales y profesionales. Muchos nombres se agolpan en mi cabeza, y no me atrevo a citar ninguno, ya habrá ocasión para ello, por miedo a molestar a alguno silenciándolo por mi imperfecta memoria.
¡Lo que pudimos reírnos con los gazapos de la radio...! (Fotografía Pedro Menéndez) |
Es cierto también, lo contrario sería adulación, que los jefes nunca son perfectos. Es un adjetivo calificativo que no puede asociarse nunca a un jefe y, si se me apura, a ninguna persona. Todos tenemos nuestros defectos. Pero tampoco resulta elegante enumerarlos públicamente para solaz de los amantes del desprecio o la mofa. No es mi caso, ni nunca lo será. Y quien busque eso en mi blog, ya puede ir cerrándolo ahora mismo. Lo cierto es que, pese a los defectos, que los tenía -y las secretarias llegan a conocer a sus jefes mejor que sus propias esposas, que se lo digan a la eficaz Maite Hernández- la opinión de la redacción de programas sobre su forma de actuar y de manejarse era, en la balanza final, absolutamente positiva. Uno de sus buenos días te lo podías encontrar en cualquier mesa de la redacción provocando las carcajadas de los compañeros con el último de los chistes de su amplio repertorio. Y conste que no le reíamos la gracia por ser el jefe, sino por la indudable maestría en su narración.
Capítulo aparte merece mi trabajo, doble, en los ‘Estupidiarios’. En el primero, con idea original de Iñaki, nos reclutó a Luis del Val y a mí. A Luis “porque era el que sabía escribir” y a mí “porque era el que curraba”. ¿Y él qué hacía? ¡El marketing! Fuimos el equipo perfecto y, como las folclóricas, paseamos por varias ciudades de España, ofreciendo nuestro particular ‘radioshow”. Tanto éxito tuvo el primer libro que la editorial nos encargó un segundo. Con el primero, el equipo comercial de El País-Aguilar no acertó en la tirada (se quedó corto) y con el segundo, tampoco (se quedó largo). No supieron valorar la fuerza de la radio y el enorme tirón que tiene, no sólo dentro de la profesión, sino también fuera, el mundo del gazapo.
En la intrahistoria del primer ‘Estupidiario’, y en parte del segundo, hay que añadir otro punto positivo en el haber de Ramón. Él se implicó, y medió, ante profesionales como Carlos Herrera, José María García o el maestro Luis del Olmo para solicitar su participación activa en el libro. Carlos y García habían pasado por la SER, pero ya estaban fuera, y las relaciones de García con Prisa no eran, ni lo han sido nunca, excelentes. Pero se lo pidió Ramón, y eso fue suficiente. Luego todos ellos nos invitaron a sus programas. Luis del Olmo no paraba de reírse con la grabación que acompañaba al libro y Carlos Herrera estuvo muy cariñoso con nosotros, y ha mantenido la relación, y el afecto, que sabe es mutuo.
Ramón Gabilondo pronunciando una conferencia en Huesca (Foto Radio Huesca) |
Por eso, por el cariño que le profeso a Ramón, más allá del agradecimiento, me dolió ver que su luz se apagaba, injustamente, en la SER. Como ocurren estas cosas, y en su momento también hablaré de este aspecto –el del crecimiento profesional dentro de la radio de Prisa- llegaron nuevos equipos, que traían nuevas ideas, en las que viejas glorias como Ramón no formaban parte de sus planes. Pero en lugar de afrontar con valentía, y coherencia, la decisión, dejaban que la marginación, el olvido, ¿deliberado?, hiciera acto de aparición para minar el ánimo de quien hasta entonces había sido una de las luces fulgurantes de la SER.
Ramón aunaba en la SER oficio, visión comercial, liderazgo, y capacidad de gestión. Y por si fuera poco, cordialidad, educación y respeto profesional por los compañeros. Los que decidieron prescindir de él eliminaban, de golpe y porrazo, uno de los pilares fundamentales de la SER en la que yo crecí y creí, y por los que me esforcé siempre en mejorar.
¡Ah, bueno! Se me olvidaba. Uno de los aspectos en los que Ramón no admite la broma, es jugando al mus. Yo lo intenté una vez. Nunca repetí.