Sobre la radiografía de Rodero y Sánchez Serrano (I)
https://www.gorkazumeta.com/2012/05/sobre-la-radiografia-de-rodero-y.html?m=0
Los últimos tres post, una revisión de los trabajos de investigación de las profesoras Emma Rodero y Chelo Sánchez Serrano sobre la radio que radiografiaron en el año 2007, me han hecho reflexionar en torno al aparente divorcio existente entre la universidad y la empresa de comunicación, otrora empresa informativa.
Quede claro que estoy absolutamente de acuerdo con el análisis de fondo firmado por ambas investigadoras en el plano del deber ser. Sin embargo, y por desgracia agudizada por la situación económica precaria que seguimos sufriendo con esta crisis tan persistente, que se niega a abandonarnos, la situación, en su a menudo plano opuesto, el del ser, es radicalmente diferente.
Este receptor, que concentraba a familias enteras en torno a él, es historia, prehistoria para las nuevas generaciones. Hay que mirar al futuro. |
“El pasado glorioso”
Si partimos, por elegir un comienzo, de la frase de Miguel Ángel Nieto que recogen en su trabajo, “la radio tiene un pasado glorioso, un presente plano y un futuro incierto”, me permito comentar algunas ideas. El pasado glorioso, subrayado por grandes nombres de la historia de este medio en España, empezando por Antonio Calderón, que lo inventó casi todo, y siguiendo por nombres como los de Bobby Deglané, Raúl Matas, José Luis Pécquer, Joaquín Soler Serrano, Guillermo Sautier Casaseca, o Pedro Pablo Ayuso, entre otros muchos, forman parte, efectivamente, de ese pasado glorioso, que situó al medio en su época dorada, cuando no tenía la competencia directa de la televisión. Pero no estamos aquí para revisitar la historia con exceso de nostalgia. Esto ya pasó. Se disfrutó, se celebró y quedó certificado.
La transición, más tarde, con cuatro décadas de retraso sobre el resto del mundo avanzado, volcó el interés (sobre todo) de la radio (frente a la televisión) en la información. Y la radio generalista aún sigue siendo heredera de ese modelo marcadamente informativo, que todo lo tamiza y filtra por este prisma. No digo que constituya un error, en absoluto (la inmediatez del medio es la más adecuada para servirla en bandeja), pero sí que establece un modelo o formato demasiado monotemático. El prime time de la radio generalista sigue estando ocupado por la información, y el deporte, que no deja de ser información referida a esta área de conocimiento. El entretenimiento –base de la época dorada de la radio- queda marginado a otras bandas horarias. La radio ha dejado, por otra parte, que la televisión se la apropie.
Pero, en cualquier caso, el pasado, por propia definición, ya pasó…
Fue el Rey de la Radio, inventor del 'Carrusel Deportivo', y de la radio entretenimiento. Pero es historia. |
Está claro que la radiografía de ambas profesoras se centra en el presente, en analizar lo que hoy escuchamos. Vivimos un presente de la radio anclado en fórmulas más que amortizadas. Una radio que vive de rentas y de la rutina. El análisis de Rodero y Sánchez es, en algunos de sus tramos, demoledor e incontestable. Los mismos contenidos y contenedores. Las mismas estructuras horarias. Todo se repite cíclicamente, de manera acrítica, en pro de una defensa equivocada del medio. Nadie se atreve a mover ficha, no vaya a equivocarse. Lo único que cambia es el nombre de quien habla, pero a menudo se pasea de una cadena a otra intentando llevarse a sus oyentes consigo. Esto lo consiguieron, abrumadoramente, sólo dos nombres en la historia de la radio, el primero, José María García y el segundo, de RNE a la Cope, Luis del Olmo. Las voces, la marca, es de los pocos señuelos que siguen funcionando, porque los oyentes, cada vez más, reclaman compañía con nombres y apellidos y fuerte personalidad, marcada y evidente.
La radio de propaganda, la radio militante, la radio de trincheras, la radio con una fuerte carga ideológica, heredada de los periódicos. Existe. Incluso la publicidad, que es la gran herramienta que permite que la radio siga superviviendo, también vive una crisis de creatividad, que merma, lógicamente, su eficacia y, por extensión, sus ingresos. La rutina afecta también a los contenidos difundidos, que se repiten constantemente, no sólo en sí mismos, sino también entre cadenas de radio. Los mismos invitados acuden a una y otra emisora y repiten sus argumentos de promoción de una película, un disco, una novela o una obra de teatro. No digamos nada en la radio local, cada vez más mutilada, y con menos medios, de todo tipo.
Para encontrar un programa original, que aporte algo al medio, que utilice su lenguaje y que sea capaz de fomentar la imaginación del oyente, hay que recorrer varias veces el dial y es más que posible que no lo encontremos. Por eso, a través de este modesto blog advierto al lector acerca de algunas islas en la programación radiofónica, como el programa de RNE ‘Esto me suena’, del que ya hablé en una ocasión, que se basa en el concepto de radio clásico de contenedor de secciones –ahí no innova- pero aportando un estilo peculiar en el tratamiento de los temas y en la exposición de los mismos, uniendo desenfado y simpatía a una hora en la que la radio –la gran mayoría- apuesta, en tromba, por el deporte. Aplaudo por tanto el esfuerzo de contraprogramar y al mismo tiempo la apuesta por contenidos de los que (casi) nadie se preocupa y que encierran un indudable interés. Abren así una tarta nueva por la que muy pocos se habían sentido atraídos. La radio pública, en este sentido, ha cumplido.
“El futuro incierto”
Miguel Ángel Nieto, al pronunciar la frase que sirve de estructura a mi comentario acerca del trabajo de las profesoras Rodero y Sánchez, ya resumido aquí, es perfectamente consciente de que la radio no va a morir. Esto no se cuestiona. Porque seguirá adaptándose a la vida, camaleónicamente, y seguirá contando cosas que interesen a los oyentes. Lo que se cuestiona es el modelo en que se han venido apoyando durante tantos años las cadenas de radio por miedo a innovar y a caer en el más temido de los fracasos.
El poder de la palabra no es suficiente garantía por sí solo como para atraer oyentes |
También en este blog me he dedicado a aportar datos, tendencias, que nos hablan de cómo será la radio del futuro, que apuntan hacia otro escenario, el digital, alejado de la radio que conocemos actualmente, tanto en radio generalista como en radio temática musical, la más extendida. No voy a volver a repetir los mismos argumentos, pero sí a subrayar que coincido con Rodero y Sánchez en que “debe realizar una apuesta decidida por una renovación integral que corrija los problemas que la convierten en un medio obsoleto, carente de imaginación y alejado de determinados tramos de audiencia. Una transformación que afecte a toda su estructura”.
Del desiderátum a la realidad…
Remarcando que coincido, como decía al comienzo de este post, con el análisis de mis colegas Rodero y Sánchez en el plano del deber ser, mucho me temo que están muy alejadas de la realidad, pese a que en algún momento de su radiografía apuntan a la razón, que yo creo ahora fundamental, que marca el triste camino de este oficio: el dinero. No quiero ser agorero, nunca he ejercido como tal, pero sí creo que debo ser honesto conmigo mismo y con los demás, en el sentido de aportar mi punto de vista en torno a lo que está ocurriendo en la radio en estos momentos. Pero sin exagerarlo.
Alfonso Ruiz de Assín, lo apuntaba en una reciente entrevista que publiqué en este mismo blog. Decía el Secretario General de la AERC (Asociación Española de Radio Comercial) que “los empresarios de radio bastante hacen con sobrevivir”. La frase, muy gráfica, desvela lo evidente. La reducción de ingresos publicitarios, y eso que la radio ha sufrido menos el impacto de la crisis, frente a otros medios –sobre todo prensa y televisión- porque sus cifras siempre han sido menores, ha hecho que los grupos de comunicación ajusten sus costes hasta lo indecible y esto, inevitablemente, se ha reflejado en la antena.
Aquí está el soporte del futuro, los smartphones. |
Que una empresa retire la tarjeta de crédito a sus directivos, que prohíba hacer fotocopias en color, o que reduzca el presupuesto de taxis de sus redactores y los sustituya por bonometros, son remiendos para una situación que está acercándose peligrosamente hacia la autodestrucción de la radio a medio o largo plazo. Las nuevas generaciones, los futuros oyentes por tanto, que cacharrean con mil y un dispositivos electrónicos, y los manejan con extrema naturalidad, como si fueran un apéndice más de su anatomía, escuchan la radio musical –todavía- y se acercan tímidamente hacia la radio generalista, atraídos principalmente por los contenidos deportivos.
Para informarse tienen otros medios, alternativos a la radio, y tan inmediatos como ésta: twitter, facebook, las redes sociales, están suplantando a los medios de comunicación. Aunque es cierto que luego se acude a ellos para la confirmación oficial de la noticia. Pero no a los escritos, sino, también, a los electrónicos. Internet es la ‘caverna platónica’ de los más jóvenes, a los que la radio traicionó en sus contenidos durante su etapa infantil.
Continúa...