Carles Francino o el éxito de la campechanía (y II)
https://www.gorkazumeta.com/2012/05/carles-francino-o-el-exito-de-la_09.html
De la intrahistoria del relevo de Iñaki Gabilondo al frente del ‘Hoy por Hoy’ en la SER
Continúa...
La inevitable salida de Iñaki Gabilondo de la SER
Iñaki no podía perdurarse infinitamente en el puesto de director y presentador del ‘Hoy por Hoy’. Al contrario que otro grande de la radio –tal vez el más grande- Luis del Olmo, Iñaki quería bajarse del tren. Una pasada enfermedad, grave, le había mostrado crudamente que no somos dueños de nuestro tiempo y que en cualquier momento todo se nos puede venir abajo. La vida monástica a que obliga el puesto se le hacía cada vez más cuesta arriba y en su cabeza comenzaba a anidar la idea del relevo. ¿Pero cuándo? ¿Y, sobre todo, quién? La llegada de Cuatro, el canal de televisión en abierto que siempre quiso tener Jesús de Polanco, era la mejor oportunidad. Iñaki ya había hecho televisión (‘En Familia’, ‘Iñaki, los jueves’ o ‘Gente de Primera’) y el medio no le resultaba ajeno. Sin embargo, sus comienzos fueron duros y la adaptación dolorosa. Iñaki llevaba consigo el manual de radio, grabado a sangre y fuego, y se resistía a adoptar el lenguaje y el timing televisivo. El corsé del informativo –y más en televisión- volvía a apretarle; aunque eso sí, ganaba en libertad de horarios. Su vida privada podía recomponerse un poco. Hasta que llegó su última etapa, en CNN+, al frente del informativo/magazine ‘Hoy’, huido prácticamente de Cuatro tras la compra de este canal por Berlusconi, al que tanto había criticado, el donostiarra no se sintió verdaderamente a gusto en el plató. Añoraba la radio, pero no podía volver. Si algo ha caracterizado a Iñaki durante su carrera profesional ha sido la fidelidad a un proyecto –Prisa- y el voto de obediencia a él. Iñaki es, ante todo y sobre todo, y lo seguirá siendo toda su vida, un hombre de radio y un hombre de Prisa.
Iñaki no podía perdurarse infinitamente en el puesto de director y presentador del ‘Hoy por Hoy’. Al contrario que otro grande de la radio –tal vez el más grande- Luis del Olmo, Iñaki quería bajarse del tren. Una pasada enfermedad, grave, le había mostrado crudamente que no somos dueños de nuestro tiempo y que en cualquier momento todo se nos puede venir abajo. La vida monástica a que obliga el puesto se le hacía cada vez más cuesta arriba y en su cabeza comenzaba a anidar la idea del relevo. ¿Pero cuándo? ¿Y, sobre todo, quién? La llegada de Cuatro, el canal de televisión en abierto que siempre quiso tener Jesús de Polanco, era la mejor oportunidad. Iñaki ya había hecho televisión (‘En Familia’, ‘Iñaki, los jueves’ o ‘Gente de Primera’) y el medio no le resultaba ajeno. Sin embargo, sus comienzos fueron duros y la adaptación dolorosa. Iñaki llevaba consigo el manual de radio, grabado a sangre y fuego, y se resistía a adoptar el lenguaje y el timing televisivo. El corsé del informativo –y más en televisión- volvía a apretarle; aunque eso sí, ganaba en libertad de horarios. Su vida privada podía recomponerse un poco. Hasta que llegó su última etapa, en CNN+, al frente del informativo/magazine ‘Hoy’, huido prácticamente de Cuatro tras la compra de este canal por Berlusconi, al que tanto había criticado, el donostiarra no se sintió verdaderamente a gusto en el plató. Añoraba la radio, pero no podía volver. Si algo ha caracterizado a Iñaki durante su carrera profesional ha sido la fidelidad a un proyecto –Prisa- y el voto de obediencia a él. Iñaki es, ante todo y sobre todo, y lo seguirá siendo toda su vida, un hombre de radio y un hombre de Prisa.
Aquel proyecto de destinar a Iñaki a la televisión y a Francino a la radio, contravenía el principio lógico de destinos para ambos, que era -naturalmente- el inverso. Francino disfrutaba del éxito de TV3, es cierto que circunscrito al ámbito catalán e Iñaki era invencible en la radio. Quien había pensado esta operación estaba equivocado. Era justamente al revés… El tiempo ha demostrado sin embargo que la decisión fue la acertada.
Pero la concepción del medio del vasco era diferente, como no podía ser de otra forma, a la de Francino. Al fin y al cabo pertenecen a generaciones diferentes. El catalán partió de lo que dejó Iñaki y lo transformó, gradualmente, adaptándolo a su forma de concebir el programa. Ante el micrófono, Iñaki representaba el rigor y la solidez, la palabra justa y necesaria, el discurso bien construido, el ritmo inapelable de la narración. Casi 20 años de este modelo habían terminado por forjar su audiencia y consolidar su fidelidad. Francino se ocupó de demoler este modelo. Por supuesto, sin intentar menoscavar a Iñaki, lo que no era en ningún caso una buena estrategia porque debía ‘ganarse’ a sus oyentes. Lo demolió porque su personalidad, y su forma de hacer periodismo en radio, era diferente a la de Iñaki y no podía pretender repetir su modelo, por dos razones: porque le resultaba imposible asumir el ‘papel’ de Gabilondo (el actor es su hijo, no él) y porque, de conseguirlo, hubiera supuesto un auténtico fraude y un enorme error.
Y ahí llegó Francino: con su estilo cercano, cálido (más que el de Iñaki), relajado (más que el de Iñaki) y, si se me permite el término, campechano. La RAE define este último adjetivo calificativo como “franco, dispuesto para cualquier broma o diversión” o “afable, sencillo, que no muestra interés alguno por las ceremonias y formulismos”. La campechanía, sin embargo, no está reñida con la rigurosidad. Se puede ser afable y sencillo presentando contenidos muy trascendentes. Y Francino lo demuestra. Cada día. A veces, incurre en el error del borde del precipicio, y se le escapan palabras malsonantes que, si bien le acercan más a la calle; al final le restan el seny (catalán) y, por extensión, fuste. Debería moderarse más en este aspecto, pero su sencillez, y honestidad, le conducen en ocasiones a desprenderse de todo tipo de filtros que minen su auténtica personalidad.
Francino, pues, se muestra tal cual es. Ante el oyente y ante sus compañeros de trabajo. El estudio A1 de la SER ya no es el mismo. La atmósfera que se respiraba con Iñaki Gabilondo, donde la tensión se podía cortar con cuchillo y las miradas del donostiarra, ante los errores, fulminaban a quienes los provocaban, desapareció para dejar paso a un aire más relajado, pero igual de productivo. Para Iñaki los oyentes eran sagrados. Cualquier error era una falta de respeto con ellos. Para Francino los oyentes son sus amigos, sus confidentes, si se me apura, parte de su equipo. Pero el concepto de sacralización se ha relajado mucho. Se mantiene el respeto, pero en un nivel más asumible. Es de justicia también apuntar aquí que si bien los enfados de Iñaki Gabilondo se sentían hasta en la planta noble de la casa, al cuarto de hora se le habían olvidado e incluso pedía perdón a quien había resultado amonestado.
Ante estos dos estilos tan diferentes, es lógico que la audiencia se readaptara. Los oyentes de Iñaki ‘de toda la vida’ se sintieron defraudados por un insolente Francino que llegaba para hacer olvidar al donostiarra. Sin embargo, la elección del catalán renovó no sólo contenidos, modernizándolos, sino también parte de la audiencia, rejuveneciéndola un poco. Es posible que algunos se pasaran a Onda Cero, donde Carlos Herrera, un auténtico brujo de las ondas, los hechizaría con su voz; o a RNE, donde Julio César Iglesias se ocupaba del magazín matinal ‘Buenos días’ o incluso a Punto Radio, donde Luis del Olmo estrenaba prácticamente proyecto con Vocento. Pero la mayoría se quedó, decidió ser fiel a la SER –la gran fuerza de atracción como se ha demostrado- y hacer el esfuerzo de querer a Francino. Y esto, doy fe, es lo más fácil de todo este proceso. Porque Carles es un excelente profesional del medio, metido en el cuerpo de un gran tipo. Por eso, porque, al igual que el algodón, “la radio no engaña”, más de dos millones y medio de personas sintonizan cada día en su dial una emisora de la SER para escuchar lo que les cuenta Francino.
Francino reconoció en su primer día que "yo no he venido a sustituir a Iñaki, sino a ocupar su puesto" (Fotografía Premios Ondas, CadenaSER.com) |
El futuro de la SER, el futuro de Francino
El futuro de la SER está lleno de incertidumbres. Me refiero al futuro empresarial, porque el de la SER, en sí misma, como cadena de radio, está garantizado por la propia fuerza de la marca. La SER seguirá siendo una referencia. Pero lo que no está tan claro, a fecha de hoy, es en manos de quién estará. Prisa, acuciada por la deuda galopante que sufre –cifrada en 3.000 millones de euros- y por la impaciencia de sus socios americanos de Liberty, podría empezar a desprenderse de activos para intentar mantener a flote algunas de sus joyas de la corona. Santillana es la niña bonita, el origen del imperio, a la que tantos esfuerzos dedicó su fundador, Jesús de Polanco. Pero tras Santillana, la SER es –siempre lo ha sido- la gallina de los huevos de oro. Y en estos últimos años sirvió para financiar dentro del grupo la llegada de Canal Plus, luego Digital Plus y por fin, Cuatro.
Se oyen muchas voces en torno a la continuidad y al futuro de Francino al frente del ‘Hoy por Hoy’. Algunas son agoreras y ponen de manifiesto las diferencias de criterios entre algunas cabezas pensantes de Prisa Radio, sin olvidar otros candidatos, también con tirón, dentro de la propia casa, que no han dudado en postularse para el puesto, a mi parecer, con excesiva ambición personal.
La mejor referencia de Francino es, ahora, el EGM. Tras los descalabros iniciales, lógicos y hasta cierto punto previsibles y previstos, ahora es el momento en que comienza a consolidar su proyecto de radio. Ya sabemos los que nos dedicamos a este oficio que la radio, a diferencia de la televisión, es una carrera de fondo y que aspirar a un éxito inmediato es signo de desconocimiento del medio. A Francino le faltaban varios hervores en sus comienzos y los años, la experiencia y el poso, en radio siempre suman. La SER haría mal en prescindir de él y volver a abrir el melón de la consolidación de un nuevo proyecto.
Yo seguiré escuchándole…
La mejor referencia de Francino es, ahora, el EGM. Tras los descalabros iniciales, lógicos y hasta cierto punto previsibles y previstos, ahora es el momento en que comienza a consolidar su proyecto de radio. Ya sabemos los que nos dedicamos a este oficio que la radio, a diferencia de la televisión, es una carrera de fondo y que aspirar a un éxito inmediato es signo de desconocimiento del medio. A Francino le faltaban varios hervores en sus comienzos y los años, la experiencia y el poso, en radio siempre suman. La SER haría mal en prescindir de él y volver a abrir el melón de la consolidación de un nuevo proyecto.
Yo seguiré escuchándole…
Estimado Gorka:
ResponderEliminarGracias por tus programas y gracias en concreto por esta entrada de tu blog.
Tengo que comentar que soy un oyente muy infiel y cuando algo me cansa, me pierdo con facilidad por la variedad de ofertas, cuando las hay.
En el caso de la dualidad Gabilondo-Francino, aunque me gustan las dos ofertas, prefiero a Iñaki. Supongo que porque crecí escuchándolo en vacaciones.
El estilo Francino me gusta, es cercano, pero peca de "colegueo". En concreto, cuando mete el fútbol en cualquier tema, es el momento de migrar en busca de nuevos horizontes: Radio5, RNE1, RNE3, ABC-PuntoRadio son mis otras preferencias matutinas.
Por las tardes se incorpora Onda Cero. ¡Cómo echo de menos la voz del Sr. Llamas, Don Carlos! Por cierto, siempre creí que Pedro Blanco hubiese sido su sustituto natural. Tiene un tempo parecido.
Me gustaría que comentases, hasta donde puedas, otras salidas de la SER, algunas más traumáticas que las de Iñaki. Por ejemplo, nunca entendí que terminase el programa de El Cine, de Lo que Yo te Diga. No pienso que fuese especialmente caro y era un programa muy "resultón". Por suerte, seguimos teniendo a Elio, Antonio, María, etc. con nosostros.
También fue extraña la salida de Jesús Melgar, creo que ahora con Carlos Herrera, de Si Amanece nos vamos. De hecho, fue su creador, ¿verdad? Había un viaje de por medio al Irak de la 1ª Guerra, con un grupo llamado "Hoy me siento italiano y musical". Vamos, una peli de espías.
Y por no decir, la salida en bloque del equipo anterior de Carrusel. Por cierto, un programa que dejé de escuchar porque terminaron por tener el ego más grande que el programa. Fui de los que agradecieron la marcha de la mayoría de ellos.
Otra cosa que me sorprende de la radio es la homogeneidad que existe entre las cadenas, en la programación diaria y en la especial: Todos al Rocío, todos a la Madrugá. En concreto, yo lo agradezco. Gracias a esto, y a mi promiscuidad natural, descubrí grupos de música en Radio3 que de otro modo hubiesen pasado desapercibidos para mí.
Un abrazo y gracias por su labor, la actual y la de toda su carrera.
Vicente
Estimado Vicente, agradezco el tono tan cordial de tu comentario. Trataré de contestar con igual intensidad. Tomo buena nota de tus sugerencias, algunas de las cuales -como por ejemplo la del programa 'El Cine de Lo Que Yo Te Diga'- ya he abordado en algunos de mis post. Busca por Carlos López Tapia, que era su director. Y, efectivamente, la razón de su supresión fue económica. Era un programa muy caro de producción. Se asumió hasta que llegó la crisis.
EliminarComparto tu opinión con respecto a Pedro Blanco y a su 'Escuela Llamas'. En lo que respecta Jesús Melgar -hoy en Onda Cero junto al maestro Herrera- él no participó en 'Si Amanece nos Vamos', sino que presentó otro programa en la SER en horario parecido. Tengo previsto entrevistarle en su momento.
Y por último, con respecto a la salida del equipo de 'Carrusel Deportivo', puedo adelantarte que lo que más me dolió fue la salida de Pepe Domingo Castaño, una auténtica institución en la historia reciente de la SER, que tuvo que salir por la puerta de atrás. Y como él tantos otros que terminaron mal con la casa antes, como Bobby Deglané, Joaquín Prat, José Luis Pécquer, Carmen Pérez de Lama, etc. La SER es muy madrastra a veces... Y no se dan cuenta de que no la han hecho lo grande que es los enlaces y las unidades móviles -que también- sino sobre todo sus voces.¡Lástima!
Que gran historia. "Vengo a ocupar su silla", recuerdo que fue una de las primeras cosas que me contaste mientras bebía zumo de naranja natural en Gran Vía 32. También que, en antena, Iñaki te quitaba los papeles y hacía que te enfrentaras, mejor dicho, confraternizaras, con el micrófono a capella y sin "chuletas".
ResponderEliminarSi por algo me gusta Francino es porque deja hablar y, efectivamente por ser campechano. Otros grandes de la radio que tú has mencionado en este magnífico blog tienen un aire de superioridad que, afortunadamente, aún no ha copiado Francino a pesar de ser líder uno de los líderes indiscutibles de la radio española.
Un abrazo Gorka,
Diego.