Javier Sardá (Barcelona 1958)
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Tal vez nadie como él, primero en ‘La Bisagra ’ (RNE), luego en ‘La Ventana ’ (SER), luego en ‘Crónicas Marcianas’ (TELE 5) ha entendido mejor la importancia del humor en un proceso de comunicación. Es el padre de un nuevo periodismo, más cercano al corazón y menos a la cabeza, con grandes dosis de humor y originalidad. Su alter ego, el señor Casamajor, no sólo ha sumado a su estilo gracia, ingenio y chispa, sino que lo ha humanizado.
Javier Sardá empezó a trabajar como cronista musical en la prensa escrita, en ‘Cataluña Express’, ‘Avui’ y ‘Mundo Diario’, hasta 1977, año en que ingresó como colaborador en Radio Nacional de España en Barcelona. Comenzó desde abajo: fue ayudante de programación, guionista musical, realizador, director y sobre todo locutor. Precisamente cuando realizaba un programa musical sólo para el circuito catalán, cada día llamaba un jubilado que defendía los boleros frente al rock and roll. Era Casamajor, el que iba a ser, años después, su ‘alter ego’.
Javier Sardá fue un iconoclasta en la radio. Se le echa de menos |
En 1986 nace ‘La Bisagra’, en RNE, por las tardes. Después pasaría a las mañanas. La Cadena SER ficha en 1992 a Casamajor para participar en el programa ‘Hoy por hoy’ de Iñaki Gabilondo. Un año después los dos, Sardá y Casamajor, se ocupan de ‘La Ventana ’, programa que recupera el liderazgo de las tardes para esta cadena de emisoras. Sardá habla correctamente francés e inglés, le gusta leer y tocar el piano y una de sus grandes pasiones es volar.
Es un trabajador nato, obsesionado por la perfección. Contrariamente a lo que parece, no le gusta la improvisación y cree que el humor es algo muy serio. Reconoce que a su hermana, Rosa María Sardá, nunca le agradecerá lo suficiente “haberme enseñado a entender lo serio que es hacer comedia”.
Las anécdotas que ha vivido en la radio, precisamente por esa peculiar dualidad de su personalidad, tan difícil de sobrellevar en el directo, lleno de tensión e imprevistos, se han multiplicado en estos últimos años. Recuerda el caso de la logopeda bloqueada. “Un día entrevistaba yo en Radio Nacional de España a una logopeda de cierta universidad que se dedicaba a enseñar a hablar a los niños que tienen problemas”. Sardá, muy correcto, la saludó, le dio la bienvenida y le dijo: “Cuéntenos un poco en qué consiste su trabajo como logopeda”. En aquel momento, aquella experta en problemas del habla, se quedó completamente bloqueada, se sonrojó, emitió dos extraños gruñidos, y permaneció en el más absoluto de los silencios. “Tuve que decir aquello de ‘por problemas técnicos luego continuaremos hablando del tema’. Atribuí el problema al micrófono, que no funcionaba, dije. Pero no podía hablar. Nunca ningún otro entrevistado se ha quedado de tal manera en blanco. Tiene gracia porque ella era tan sensible a esta cuestión, que se quedó literalmente muda, se quedó colapsada”.
Sardá reconoce que no concibe un programa sin humor y vive convencido de que a estas alturas ni los oyentes ni los espectadores lo admitirían. Considera que hoy en día ya se sobreentiende que cualquier programa debe tener su dosis de humor, su dosis de darle la vuelta a las cuestiones, de quitarle un poco de hierro a la cruda realidad, de mostrar, en definitiva, la faceta más humana de cada uno de nosotros. “Yo cuando disfruto más, ahora en la tele, es en los momentos en los que se ve más claramente que soy yo, Javier Sardá, ¿no? y que estás hablando como una persona, y además de verdad, y terminas riéndote… Reírte ante las cámaras es un placer”. Le encanta que le sorprendan en directo y sonreír con las ocurrencias de sus colaboradores.
Sardá, más joven, en sus tiempos de 'La Ventana', en la SER. Alcanzó el liderazgo y se marchó a la tele |
Y le ayuda a reírse, sanamente, su querido amigo Jordi Casamajor. Ese viejo gruñón ha alcanzado logros inimaginables para un ‘locutor standart’, como dice Javier. “Los convencionalismos de la radio alejan a veces a los invitados y en cambio un personaje que no es de carne y hueso, como Casamajor, puede ser más humano que uno mismo, ¿no? Es una gran paradoja”.
La entrevista que realizaron al alimón Sardá y Casamajor al Rey Juan Carlos, en el día de su cumpleaños, en enero de 1990, en ‘La Bisagra ’, en sus tiempos de Radio Nacional de España es el mejor ejemplo de lo que estamos explicando. Desde luego el resultado no hubiera sido el mismo, ni de lejos, si no se hubiera contado con la aportación, siempre inteligente y entrañable, de Casamajor. La entrevista pactada con la Casa Real no podía durar más de tres minutos y al final duró casi diez. El Rey estaba cómodo y especialmente dicharachero. Fue, durante toda la charla, un impecable cómplice del humor destilado por el viejo socarrón. Reía sus ocurrencias, a carcajadas, participaba de su sorna y mostraba incluso abiertamente su deseo de charlar personalmente con Casamajor. En medio, un Sardá discreto, conocedor del momento especial que estaba viviendo, en un segundo plano, aunque manteniendo firme el timón.
La entrevista también tuvo su anécdota. Resulta que el equipo de ‘La Bisagra ’ pensó que, en el día del cumpleaños del Rey se podía solicitar a la Casa Real una entrevista con él para felicitarle en directo. “El ‘no’ ya lo tenemos”, vino a decir alguien del equipo. Dicho y hecho. Se solicitó la correspondiente entrevista y la Casa Real , sorprendentemente, aceptó la invitación. Rápidamente los guionistas comenzaron a trabajar en el armazón de la entrevista y, tal vez por las prisas, cometieron la equivocación, en el texto, de referirse al monarca como ‘Juan Carlos II’. “Menos mal, todavía no me lo explico, que me di cuenta en directo de la equivocación, antes de leer semejante barbaridad. Imagínate el desastre que hubiera podido organizarse, porque la equivocación, además, se producía al comienzo de la entrevista. Eso sí que hubiera sido un enorme gazapo”.
A continuación, por el interés que encierra, transcribimos parte de la entrevista:
Javier Sardá: Así es que tenemos con nosotros al Rey Juan Carlos (aquí es donde casi se equivoca), a su Majestad el Rey, señor Casamajor.
Casamajor: No me digas…
J.S.: Que sí hombre, que se lo estoy diciendo… Señor, buenos días.
Rey don Juan Carlos: Buenos días.
J.S.: Muchísimas gracias por estar en ‘La Bisagra ’ durante unos minutos y, como decíamos en nombre de todos los oyentes de Radio Nacional, feliz cumpleaños.
R.J.C.: Muchísimas gracias y agradezco muchísimo la llamada y a todos los oyentes mi agradecimiento más sincero y todo mi afecto.
J.S.: Será hoy un día muy distinto para el Rey de lo que es un viernes habitual. ¿En qué va a variar ese día de su cumpleaños?
R.J.C.: Bueno, yo creo que no varía en nada más que uno cumple por edad pero no por mentalidad, ni por ideas, ni por voluntad. Además, tengo la familia a almorzar, o sea, es lo único que cambia. Lo demás, el trabajo lo mismo.
J.S.: En ‘La Bisagra , tenemos a un amigo, que es el señor Casamajor, que está con nosotros y que se ha quedado un tanto pálido, un tanto impresionado, y que a mí me gustaría que se dirigiese a nuestro Rey y le hiciese alguna pregunta.
R.J.C.: No creía que ibais a hablar conmigo…
C.: ¡Hombre! Señor, un saludo tremendo…
R.J.C.: (Risas)
C.: ¡Puñetas! ¡Es tremendo esto! Pero, dígame una cosa, Majestad, sinceramente, ¿le han regalado una corbata de aquellas tremendas y feas, o no?
R.J.C.: No no me han regalado ninguna.
J.S.: No le han regalado ninguna, lo cual es una suerte, ¿no?
R.J.C.: (Risas) ¡Desde luego!
J.S.: Es el regalo más socorrido. Al señor Casamajor siempre la regalan la corbata. Nos lo decía esta mañana.
C.: ¡Uy!, siempre, viene la mesteresa (la dueña de la casa) y me dice: ‘¡mira qué corbata!’ y yo hago cara de que me hace ilusión, pero, puñetas, siempre es lo mismo…
R.J.C.: Es muy conocido el taco ese suyo, eh…
C.: ¿El ‘tremendo’?
R.J.C.: Sí, sí (Carcajadas)
J.S.: Yo no sé, Señor, si esta mañana, cuando usted se ha mirado al espejo, se ha hecho alguna reflexión especial el día de su aniversario, cumpliendo esos cincuenta y dos años.
R.J.C.: No, ninguno. Yo creo que el espejo muchas veces no transmite lo que de verdad siente uno.
C.: ¡Sobre todo a primera hora de la mañana, puñetas!
R.J.C.: ¡Desde luego! (risas)
J.S.: ¿Cambiaría usted los cincuenta y dos por los veinticinco?
R.J.C.: ¡No!
J.S.: Es usted muy categórico en ese ‘no’.
Sardá se encorvaba para dar vida (a través de la voz) a su inseparable Jordi Casamajor |
R.J.C.: No, desde luego que no, porque creo que lo que ha vivido uno ya lo ha vivido y para qué lo va uno a volver a vivir. Porque a lo mejor lo puede uno vivir peor. Más vale dejar pasar y que lo vivan otros, que ya vienen detrás.
J.S.: Hoy es un día especial. Hoy es el día de los Reyes, el día del aniversario de Su Majestad el Rey Juan Carlos I, y también el día de la víspera de los Reyes Magos. Tenemos en el estudio, Señor, cantidad de gente superjoven que nos ha leído la carta que han hecho a los Reyes Magos. Tenemos a Ana María, a Aloa, a Montse. ¿Alguien le quiere decir alguna cosa al Rey Juan Carlos, vamos a ver, ¿se atreve alguien, o estamos muy cortados? ¿Qué os parece?
C.: ¡Uy, uy, uy!
J.S.: Parece que sí. Vamos a ver. Bueno, me imagino que lo que quieres es felicitarle, en primera instancia…
Niña: Sí. Felicidades Rey Juan Carlos.
R.J.C.: Muchas gracias.
C.: Yo me pregunto, Aloa, me pregunto qué le ha pedido el Rey a los Reyes Magos…
Niña: Yo no lo sé…
J.S.: Pues que nos lo diga el Rey, ¿qué es lo que le ha pedido a los Reyes Magos?
R.J.C.: ¡¡PAZ!!
C.: ¡Bien dicho! ¡Y mucha! Esto es lo más importante, ¡puñetas!
R.J.C.: (Risas) ¡A ver si le saludo un día, y le veo la cara!
C.: ¡Hombre! Me gustaría tener la oportunidad de conversar más largamente, puñetas… Yo estoy ‘emocionao’…
J.S.: En estas fechas, señor Casamajor, todo se remueve, hay que ir de compras, hay que ir al cine con los críos porque tienen las vacaciones. Yo no sé si el Rey ha visto la película ‘Batman’.
El día que descubrió a Casamajor en la televisión, disfrazado como él, muchos cerramos los ojos |
R.J.C.: No, no la he visto.
C.: Pues a mí mi nieto me cogió de la mano y…
R.J.C.: Los míos ya no son tan críos. Ya son unos chavalones y unas chavalonas, que hay que echarles de comer aparte.
C.: ¡Claro! Tu dirás… han crecido… puñetas…
R.J.C.: (Risas)
C.: ¡Pero cómo ríe!
J.S.: Señor Casamajor, es que tiene usted una forma de expresarse y tal que lógicamente es especial.
R.J.C.: El que tendré que soltarle el ‘puñetas’ soy yo (risas).
C.: Pero no me diga… Juan Carlos… hombre, no me diga esto…
J.S.: Señor Casamajor, a su Majestad hay que tratarle de ‘Señor’.
C.: ¡Ah, bueno, señor Juan Carlos no me diga esto pues, hombre!
R.J.C.: Bueno, pues, les agradezco mucho la llamada y voy a seguir trabajando…
J.S.: Nos parece muy bien. Muchísimas gracias en nombre de todos los oyentes insistimos. Muchas felicidades en nombre de los oyentes de Radio Nacional.
R.J.C.: Y a toda ‘La Bisagra ’, muchísimas gracias.
C.: Adiós Majestad, un saludo. Recuerdos.
R.J.C.: ¡Adiós!
J.S.: Muchísimas gracias.
R.J.C: Hasta pronto.
J.S.: Hasta otra ocasión.
Javier Sardá sabe muy bien dónde está el límite del humor y utiliza el justo y necesario. Sus ocurrencias son siempre bien recibidas y sus propuestas vienen rodeadas de un halo de originalidad, que las hace diferentes. Ahora mismo, la radio ha perdido, en beneficio de la televisión, a uno de sus hijos más ilustres. Confiamos en que pronto recapacite, se aleje del calor de los focos y regrese a su casa de siempre, porque será muy bien recibido, nos consta.