La comunicación eficaz
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Mi faceta como profesor de comunicación en ESIC (Pozuelo de Alarcón, Madrid) me ha permitido profundizar en uno de los campos más atractivos de la condición humana: la comunicación. El progreso de la humanidad se ha producido gracias a los procesos eficaces de comunicación y sin ésta no nos encontraríamos en el momento histórico que vivimos.
Todos tenemos que hablar en público alguna vez, y nos faltan tips para ser eficaces (Fotografía Pixabay) |
Este es el principal escollo que tenemos que vencer para lograr esa comunicación eficaz. Debemos por tanto no sólo dominar el lenguaje verbal, sino también el paraverbal (tono, entonación, modulación, etc.) y, sobre todo, el no verbal que influye cinco veces más que el oral, tal vez porque los humanos asociamos el lenguaje verbal al plano consciente y el no verbal al inconsciente, y nos fiamos más del lenguaje presumiblemente ‘no manipulado’ (CNV).
Salir al encerado
La tradición educativa española asociaba salir al encerado con la tortura infantil y juvenil. El miedo escénico a esta situación ha derivado en que hoy día miles de universitarios siguen alimentando el monstruo de ese escenario del que hay que huir como de la lepra. En otras culturas, la lectura en voz alta en clase allanó el camino de las intervenciones en público y alimentó el dominio escénico desde muy niños. Lamentablemente, esta faceta de la comunicación humana continúa siendo una de las asignaturas pendientes de nuestro orden educativo.
El autocontrol, los ejercicios de relajación, la respiración diafragmática se convierten así en terapia imprescindible para afrontar el reto de hablar en público. Al salir, ya de adultos, no ya al encerado, sino a un escenario, los ponentes se enfrentan a una situación desconocida, por más que hayan ensayado frente al espejo y leído en voz alta para mejorar su dicción y modulación. El sudor frío, el temblor en las manos (con las que no sabemos qué hacer) y la repentina inestabilidad de nuestro cuerpo son algunas de las sensaciones que se perciben en ese contexto, sin olvidar el sentirse centro de las decenas, cientos o miles de miradas que esperan que les transmitamos algún contenido de interés, más allá de nuestro rostro circunspecto.
Las claves de la comunicación eficaz
Estoy convencido de que la clave de una comunicación eficaz reside en la verdad, en mostrarnos tal como somos, ofreciendo, con humildad, lo mejor de nosotros mismos sin esperar nada a cambio. La autoestima debe encontrarse en equilibrio, ni por encima, ni por debajo, tan peligrosa es la carencia como la sobreabundancia. La delimitación y la correcta formulación del mensaje resultan claves en este proceso, al igual que el conocimiento profundo del lenguaje en todas sus modalidades, con preferencia al lenguaje no verbal.
Desde 1872 se han tipificado más de un millón de gestos que forman parte del catálogo de la comunicación no verbal, y me siguen pareciendo pocos. El lenguaje de los sordomudos, enormemente intuitivo, es muy enriquecedor en este sentido. Hay otro dato llamativo: entre el 60 y el 80% de la comunicación humana se produce mediante lenguaje no verbal. Todos hemos observado en más de una ocasión, sentados en el banco de un parque, el deambular de cientos de personas delante de nuestros ojos. Y hemos procesado mucha información de esa escena, simplemente mirando. El ejercicio de ‘voyeur’ es una buena estrategia para enriquecer nuestro ‘vocabulario’ de lenguaje no verbal.
Cómo conseguimos atraer la atención de quien nos escucha (Fotografía Pixabay) |
El dominio de la comunicación eficaz, imprescindible
Superado el pánico escénico y adquiridas ciertas habilidades básicas gracias, por ejemplo, a técnicas de autocontrol (yoga, tai-chi, etc.) y a práctica y oficio, estaremos en disposición de abordar procesos de comunicación eficaces tanto en el entorno profesional –cada vez más imprescindibles- como en el plano personal. Hoy día las necesidades en torno a las intervenciones públicas han aumentado enormemente. En el mundo de la empresa, que es el que ahora me ocupa, los directivos deben dominar las técnicas de la comunicación eficaz, a pequeña (aplicada a su propio equipo de trabajo) y a gran escala (la comunicación corporativa).
Cada vez son mayores los compromisos en torno a intervenciones públicas en mesas redondas, conferencias, ruedas de prensa, entrevistas de radio o televisión, en las que los profesionales deben resultar eficaces y por tanto creíbles.
Adquirir las habilidades para comunicar eficazmente está al alcance de todos, insisto, si nos mostramos tal como somos, sin ambages. Aquel que intenta asumir un rol que no le pertenece o una personalidad que le excede está condenado al fracaso más estrepitoso. Eso, o es un actor del método y debería trabajar en un teatro.